Como en aquella película de Tod Browning, la naturaleza produce auténticos freaks humanos, caprichos de la vida. En este caso nuestra querida Tamara, que es una monstrua, pero no por fea, sufre los caprichos deformativos del scanner, imprevisible a la hora de registrar la realidad. Aunque un poco de muecas si que puso...Desasosegante...
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