Según me habían dicho, el Guadalquivir ya no era el Guadalquivir. Lo habían desvíado y ahora era un brazo de agua estancada, muerta y en ocasiones maloliente. Aún así era hermoso. Las farolas reflejaban sus luces, deformadas, en el agua. Los matorrales y arbustos de las orillas se adentraban en el agua, con la intención no muy clara de bañarse. El azul limpio del cielo daba paso a un horizonte naranja. De cuando en cuando paraban corredores seguidos de perros, ciclistas y algún practicante de remo. Al otro lado del río se veían los edificios de la Cartuja, como gigantes de hierro en un sueño profundo. El agua lo inundaba todo con un aspecto de paz y tranquilidad. Al llegar ví a un hombre que tocaba frenéticamente dos tambores, un platillo y un cencerro. No estaba tocando para nadie; no había gente agolpada a su alrededor ni esperaba que le echaran dinero. Tocaba para si mismo. Lo estuve observando un rato. Cuando terminó y aunque yo no le había dicho nada, me dijo:
-¿Querías hablar conmigo?-
-No, no. Sólo estaba mirando- respondí algo desconcertado.
-Es que mientras toco estoy concentrado, mi cabeza es como un ordenador- dijo con acento extranjero.
Luego recogió sus cosas y se marchó. Una uña de luna colgaba del cielo.
Entonces pasó algo mágico. Al levantar la vista vi una pequeña torre hecha de ladrillos, con aspecto descuidado y algunos grafittis en sus paredes. Era un antíguo guardagujas, pegado a la vía del tren que en tiempos pasados llegaba hasta la estación de Plaza de Armas. En la parte de arriba había una sala acristalada en la que destacaba una luminosa lámpara de cristal de murano. Pensé que podía ser un restaurante o una sala de fiestas. En la puerta, cubierta por la penumbra, había una mujer gorda con un abrigo y una boina.
-Perdón, pero ¿Esto qué es?- me atreví a preguntar.
-¿Quien lo pregunta?- respondió ella con aíre misterioso.
Continuará...
4 comments:
Qué cabroncete....ahora que se ponía interesante....
me gusta como escribes pablete a ver la suite..
Besos
Debo reventar la historia....? Noooooo, sería un pecado imperdonable, la historia está tan bien escrita.
ay por dios, qué intríngulis
:-)
Al final, es el mayordomo.....
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